La innovación, en ocasiones, es una cuestión no solo de competitividad, sino de supervivencia. 
A día de hoy, el cambio está servido, pero el ritmo en que se sucedan, previsiblemente aumentará.

Para la innovación empresarial, hay que mirar hacia dentro y hacia fuera. Pero, ¿cómo incorporar la
innovación a la estrategia empresarial? La innovación interna, orgánica debería ser un hábito para
toda organización con visión de futuro.

Lo ideal es cultivar la filosofía del intraemprendimiento bajo la cultura de la empresa en busca de
ideas, y promover la formación de equipos de trabajo para su análisis y cribado.

La innovación externa implica investigación del entorno con el objetivo de captar ideas del exterior
compatibles con nuestra realidad y objetivos.

Puede incluir la búsqueda de colaboraciones simbióticas que aporten medios, recursos o talento, y
nos acompañen en todo o en parte de nuestros proyectos.

Las organizaciones, al igual que las personas que las forman, tienden a repetir comportamientos y
evitar cambios. La tendencia natural es preferir la certidumbre a la incertidumbre, la repetitividad a la
variabilidad, lo inequívoco e incuestionable a lo ambiguo y discutible.

Y romper con esto no es tarea sencilla, pero hay que poner el foco en los beneficios de hacerlo, y
motivar a la totalidad de la organización. Diría que la innovación ya es sinónimo de sostenibilidad y
de visión de futuro. Debe ser un proceso de concienciación de to
dos, pues afecta a todos.


En consecuencia, aunque seguro que cabría destacar otras, 4 características son esenciales para
incorporar la innovación en nuestra cultura de empresa:

1. Curiosidad: Ser curioso es esencial siquiera para plantearte alternativas a lo establecido, y
moverte dentro de lo desconocido. El deseo de aprender cosas nuevas, y probarlas y
adecuarlas a tu realidad.

2. Audacia: Atreverte a cuestionar lo conocido y “suficientemente testado”. Eso significa
aprender a moverte entre la incertidumbre y lo hasta ahora desconocido y no dominado, y
convencerte de que el fracaso es parte del aprendizaje en el camino hacia el éxito.

3. Resiliencia: La innovación lleva tiempo (y hablamos a menudo de años), y el éxito no está
asegurado. Por eso es una cuestión de mentalidad y actitud mantenidas en el tiempo por
parte de todos los involucrados, incluidos inversores externos.

4. Humildad: Es necesaria para aceptar otras ideas y puntos de vista diferentes a los que han
impulsado tu empresa durante décadas. Analizarlas convenientemente, y adaptarlas a tu
realidad y necesidades.

Se trata de ir incorporando nuevas ideas e ir desarrollándolas en la medida de las posibilidades de
cada organización. Es una cuestión de sostenibilidad, y los resultados a menudo no son inmediatos.
Pero hay que tomar acciones. Quien hoy se quede inactivo, quedará más lejos que nunca antes.